martes, 30 de agosto de 2011

Sobre una vuelta

Sí, señores, he vuelto. Tras un mesecito y pico de jólideis por tierras españolas, me ha tocado volver al país del calor infernal en verano y del gélido invierno. Cuarenta y cinco grados (45º) vinieron a recibirme al aeropuerto, y solo cinco se han marchado, y eso que llevo aquí ya varios días.

Para no variar, hice la maleta minutos antes de salir al aeropuerto. 24kg de maleta gorda y 7,5kg de maleta pequeña. En la página web el peso maximo permitido es mucho más (32kg y 8kg, respectivamente), por lo que iba sobrado. Podría haberme llevado hasta las pesas de mi hermana (ojo, ¡no he dicho "la pesada de mi hermana"!) y aún así tener sitio para un par de kilos de jamón.

El caso es que desde las 11:00 cuando miré hasta las 13:00 que llegamos debió de cambiar la normativa, ya que la señorita del mostrador me informó de que ahora el peso máximo es de 23kg para maletas gordas y 8kg para las pequeñas. Ups. Pero después me guiñó el ojo y la dejó pasar como si nada. Espero que a la vuelta no espere que le de las gracias de ningún modo, si acaso llevaré solo 22kg de cosas para compensar.

En el avión pocas historias. La señora a mi lado hacía un ruido inconmesurable al pasar las páginas de su periódico gigante alemán, lo que me obligó a una constreñida vigilia. Por lo demás, todo normal: el avión salió a la hora prevista y llegamos a Düsseldorf sin retrasos cosa que me sorprendió bastante. Después de todas las historias que nos han pasado últimamente (como que a Eszter le perdieran la maleta al volver a Budapest, pero eso ya lo contará ella algún otro día en el blog. O igual no), esperaba que sucediera 'algo'.

Y lo primero que vi fue a Godzilla intentanto llevarse un coche que esperaba pacientemente su vuelo a las islas Feroe, aunque eso no fue lo que más me sorprendió:

Godzilla por fin encontró su scalextric
Sino esto, una máquina expendedora de Media Markt: videojuegos, PSP's, auriculares, películas, móviles... podías comprar de todo:
Pero que yo quiero chetos!
 Me senté en un banco a comerme mi bocata de tortilla de patata, y al terminar me levanté a buscar en una de las pantallas alguna info de mi vuelo, que se suponía saldría una hora después, a las 17:45.

Pues no, la 'gracia' empezaba ahora. Vuelo retrasadao hasta las 18:40. Cagoentó.

Pues nada, bajé a mi puerta de embarqué y me puse a leer. Me leí dos periódicos que encontré y miré las fotos de otro en alemán. Miré a la pantalla de nuevo: 'Hora prevista de salida 19:05'. A buscar más periódicos.

A eso de las 18:55, nos llaman para que entremos. Me toca al lado de un señor con un portátil de esos de cuando inventaron los portátiles, que hacen mucho ruido, son enormes y llevan Windows noventayalgo.

19:05. Quietos.

19:10. Quietos.

19:15. Quietos.

El capitán nos saluda por el megafonillo y dice que hemos perdido nuestro 'slot', que es nuestro momento de salir, así que tenemos que esperar a que haya un hueco libre.

19:25. Quietos

19:30. Quietos.

19:31. ¡Nos movemos! ¡Despegamos!

El señor de mi derecha enciende su ordenador que va a pedales y yo me duermo. ZZzzzzZz. Al abrir los ojos es de noche y el capitán dice que nos abrochemos los cinturones, que ya casi hemos llegado.

A los pocos minutos de empezar a bajar llega la acción: de repente empezamos a caer en picado, se apagan todas las luces y suena una alarma 'ni-nooo, ni-nooo'. La verdad es que acojona un poco, y durante dos segundos creo que voy a mearme encima, pero de repente el avión se estabiliza a pesar de seguir a oscuras y la alarma sigue sonando. Miro a mi alrededor, y los pobres húngaros y alemanes parecen todos acongojados. A mi lado, el señor no debe haberse enterado de nada porque sigue mirando impasible a la pantalla de su ordenador. El ruido no le debía permitir oír la alarma.

Aterrizamos, nos detenemos, y salimos, y la alarma sigue sonando sin que nadie nos explique nada de nada. 

Antes de que se me olvide, una foto sacada en el avión. No soy yo, sino mi hermano gemelo Quasimodo:
A que no adivinas cuál es el ojo malo
La gotita de sudor me baja por la espalda (por los 45º) mientras nos llevan en el minibús a la terminal, donde sucede algo nunca visto antes y que quedará en mi memoria para el resto de mis días: al llegar allí, todas las maletas estaban ya dando vueltas en la cinta móvil esa. ¡Increíble! Será por el retraso de dos horas, sería injusto estar esperando también ahora.

Salgo y allí está Eszter, un poco más allá el bus, algo más lejos el metro y un poco más allí, casita.

P.D: el ojo ya lo tengo bien otra vez.

1 comentario:

Mariasun dijo...

Si me pasa a mi lo de la alarma y lo de caer en picado me da un ataque!!!!!

Empieza un nuevo curso y ya estoy impaciente por leer tus nuevas aventuras, así que ya sabes, intenta mantenernos bien informados a todos tus seguidores-as!

Conociéndote, aventuras seguro que no te faltan!
Ah! se me olvidaba y TANULMÁNY KEMÉNY!!!! toma esa!
muxuak para los dos