viernes, 27 de agosto de 2010

¡Sorpresa!

Ayer amanecí al mediodía. Desayunamos y salimos a la calle a hacer unos recados y a imprimir las entradas para el musical que veremos el día 4 (que por cierto, hay concierto de Fito en Laredo. Quiero ir) y después de comer me dice Eszter "oye, acompáñame a entregar unos papeles a un sitio". Su forma de actuar y de decir "un sitio" en vez de explicarme nada hizo saltar la alarma de la sospecha: algo estaba pasando. Después de lo que pasó el sábado lo primero que se me pasó por la cabeza fue una fiesta de bienvenida, pero claro, vaya pedazo de fiestón que puede ser si solo conozco a 3 personas a 2000km a la redonda, y una de ellas me acompaña y la otra está en Transilvania (Marcsi está con su novio por ahí). Descartado. ¿Me querrá presentar a alguien? Uy, que igual vamos a ver a su hermana, cuñado y sobrino. Ayayay, me cago. Las dos últimas veces que he venido desde el aeropuerto siempre me ha señalado "mira, ahí vive mi hermana", pero el sitio en el que estábamos no me sonaba... así que tampoco. Ya ha tocado el timbre y se me han acabado las ideas, así que ya veremos qué me espera...

Al otro lado de la puerta de casa, un chico más bien bajito, con una nariz enorme y sonriente (él, no la nariz). Traje de baño, camiseta de tirantes y chancletas, veraniego total. Blablabla blablabla en húngaro. Ni besos, ni abrazos, ni manos, ni nada, tradición húngara. Le oigo a Eszter decir la palabra "angol", que significa inglés, así que supongo que habla de mi, entre otras cosas porque el tío se ha girado y me ofrece su mano derecha. "Xabi", digo. "R$&%ghW", dice. Entro, y a mi izquierda hay otro tío sentado en un ordenador. Viste parecido, pero este lleva calcetines entre la chancleta y el pie.

Eszter y R$&%ghW hablan. Hay un gato tumbado en el suelo. Me dicen que está enfermo.

La casa es grande. A la derecha hay una habitación que ya es más grande que la casa en la que vivimos. Entro, y lo primero que veo es una tele de seis mil pulgadas colgada en la pared. Joer, cómo se lo gastan estos húngaros.

Eszter y R$&%ghW siguen hablando durante un minuto más, hasta que ella me dice "would you like to look around?". [¿te apetece echar un vistazo a la casa?]

¿Por qué voy a querer ir a echar un vistazo por la casa? ¿Qué vas a hacer aquí? ¿Por que quieres que me vaya? Por un momento mi mente colapsa con tantas preguntas y no puedo moverme, y se me debe de notar, porque Eszter dice sonriendo "because in a week this is going to be our new home". [porque en una semana esta va a ser nuestra casa]

¿¡¡¿QUÉÉÉÉÉÉÉ?!!?

Obedientemente echo un vistazo mientras ellos hablan. Un baño, al que se accede desde la habitación más grande de la casa en la que hay una cama, una mesa y un armario de Ikea, una habitación más pequeña en la que hay un sofá y el ordenador, y una cocina/entrada que conecta las dos habitaciones (y que también da a la calle). Guay.

Me siento con el gato hasta que Eszter y los dos chicos terminan de hablar (discutían partes del contrato, y ellos resultaron ser Rusos que hablan mal en húngaro), y ya en la calle me explica todo: el sábado al llegar a casa de mala leche por el lío del aeropuerto, la cancelación y todo eso, encontró que la casera no solo no había arreglado un par de cosas que prometió hacer, sino que el baño estaba inundado, la casa estaba llena de polillas y todo olía muy mal porque no hay ventanas (bueno, más o menos). Así que al instante se puso a buscar pisos nuevos, y en un día ya había visto dos, y en dos días ya había elegido. ¡Vivan las decisiones tomadas precipitadamente! [eso me es familiar...]

Le habría gustado llegar el miércoles que viene con las llaves y decir "y esta es nuestra nueva casa", pero el contrato tenía mucho fallos, estaba mal redactado y es algo difícil entender a los rusos, así que tiene que ir a esa casa casi cada día para atar los últimos detalles. Pero bueno, ¡que aún así ha sido un sorpresón!

1 comentario:

Raúl dijo...

Me encanta! R$&%ghW!