viernes, 1 de octubre de 2010

Sobre Rex, el Chef Tony y más leyendas (y leche)

Hoy mientras comíamos hemos visto el primerísimo capítulo de la mítica serie "Rex, un policía diferente". ¡Qué recuerdos! 

Recuerdo haber visto más de uno y de dos capítulos en casa de amama con Odane, Gorka y Naiara, y nos encantaba a todos. Y cómo no nos iba a encantar, ¡si era un perro que resolvía casos! Casi tan impresionante como el Chef Tony (ese sí que era admirable, como el de "a cento euro!", que cada diez segundos añadía algo más mejor que lo anterior como regalo por la compra de sus joyas. En el minuto 2:00 empieza la crema: "atentos al número que hay encima" y el engorile del 2:15. Después un poco de paja y si pasáis el video hacia el final veréis que al tío no le caben en la mano los regalos xD Tremendo. Y paro de hablar del italiano, que me está saliendo el paréntesis más grande de la historia).

Sigo con Rex.

Bueno no, esperad. En el minuto 7:40 se ve la mano llena de joyas y segundos después vuelven a poner énfasis en eso de "tenéis todavía 30 segundo para llamar (señalando arriba), apuntad, apuntad el número".

Ahora sí, Rex, carajo.

Además era el primer capítulo de la serie, que yo no lo había visto nunca, cómo se conocen Rex y el poli de pelo largo :O 

El único problemilla era que estaba en húngaro puro y duro, y por ahora no paso por frases de más de tres palabras. Peeeeeeero yo tengo a mi traductora simultánea personal que iba traduciendo cada frase según la decían. Era un poco raro, era como ver una peli en la que el doblaje no va a la par que la imagen (y suele ser odioso) pero en el que además se han olvidado de apagar el sonido original.

Era muy bonito todo, muy interesante, muy emotivo, estaba volviendo a mi infancia. Y ha habido un momento en el que me he puesto a pensar en eso, en que hacía mucho que no veía a Rex, y a los pocos segundos me he dado cuenta de que había desconectado del mundo real, así que me he dado una palmada interior para despertar de mi ensimismamiento. Tras hacerlo, lo primero que he oído ha sido "puf, me apetece un montón un café ahora".

Yo, tan servicial como siempre, he recogido la bandeja con los platos (ya habíamos terminado de comer) y me he ido a la cocina, mientras oía que me decía Eszter "yo me quedo, que quiero ver la siguiente escena, ahora te ayudo con eso".

He llegado a la cocina, me he puesto a hervir el agua, he echado los polvitos mágicos de café, he abierto la nevera y he cogido el cartón de leche. Iba a echarla, pero he dudado, no sabía si quería el café con leche. Así que he gritado (para qué acercarme) "¿QUIERES LECHE?". La respuesta ha sido otro grito "¿LECHE? ¿YO? ¿QUÉ?.

Como parecía que eso de gritar no funcionaba, me he asomado por la puerta del cuarto con el cartón de leche en la mano, y señalándolo le he preguntado "¿quieres leche?". Me ha mirado, ha arqueado las cejas en señal de sorpresa y me ha dicho, extrañada "no, gracias :S". Me he encogido de hombros, he vuelto a la cocina, he metido la leche en la nevera, he cogido el café y he vuelto con la taza en la mano. Al verme, la conversación ha sido algo así:

- ¿Café? ¿Tú? Pero si tú tomas de eso.
- No, es para ti.
- Pero si yo me acabo de tomar uno.
- ¿No acabas de decir que te apetecía un montón un café ahora?
- ¿Yo? Qué va.
- ...
- ...

Y de repente, a la vez, los dos nos hemos empezado a reír a carcajada limpia.

Como ya habréis imaginado, mis inteligente lectores, ella estaba traduciendo lo que decían en la tele cuando dijo lo del café, y yo, tan en mi mundo como siempre, he sido el único que ha necesitado diez minutos para pillarlo.

Ahora me toma el pelo y cada diez minutos me pregunta "¿quieres leche?".

¬¬

2 comentarios:

Unknown dijo...

Mancer, ¿pero quién quería café? ¿Rex? ¿el mueble del diablo? ¿Eszter? ¿el pelanas? no me ha quedado claro ;)

Que sepas que te leo siempre pa saber qué tal te va.

Cuidado con las piscinas callejeras y seguimos en contacto.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Jaja!!! Llevo un buen rato riéndome de la anécdota. Lo mejor de todo es que Estzer te lo repetirá después de X años. Nunca se le olvidan esas cosas.